miércoles, 2 de junio de 2010

«si un pequeño y singular linaje de peces no hubiera desarrollado aletas capaces de sostener su peso en el medio terrestre (...), los vertebrados terrestres nunca habrían visto la luz. Si un enorme objeto extraterrestre -el inesperado, genuino y definitivo trueno del cielo, en todo el sentido de la palabra- no hubiera desencadenado la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años, los mamíferos serían aún pequeños e insignificantes animales relegados a las fisuras e intersticios en un mundo de dinosaurios, e incapaces de crecer hasta el tamaño requerido para albergar cerebros lo bastante grandes como para producir conciencia de si mismos. Si una pequeña y frágil población de protohumanos no hubiera sobrevivido a las mil injurias y calamidades de un destino atroz (y por ende a la potencial extinción) en las sabanas africanas, el Homo sapiens jamás habría hollado el suelo del planeta ni se habría dispersado por todo el globo. Somos monumentales accidentes de un proceso impredecible y carente de impulso hacia la complejidad, no el resultado previsto de una serie de principios evolutivos ansiosos por engendrar un organismo que pudiera comprender la razón y el modo de su propia y necesaria construcción e x i s t e n c i a l»
(Gould 1997: 229)



4 comentarios:

  1. yo creo en la inteligencia del azar



    Saludos...

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  2. ¡pero es azar! no se puede medir su complejidad.

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  3. no hablo de inteligencia en el sentido clasico, por que ella obra por necesidad,la inteligencia del azar no actua asi, es decir mas o menos que ella tiene una inteligencia propia que nos es ajena.
    A no ser que plantees que decir algo del azar, en este caso que es inteligente (por mas que no sea inteligencia clasica)es ya un intento de medirla.


    Saludos.

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  4. Fede: quedan tantas mañanas por andar...

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